Ya se han cumplido tres meses desde que el incendio de dos baterías de iones de litio en otros tantos Boeing 787 de Japan Airlines y ANA llevaran a la Administración Federal de Aviación a retirarle el permiso de vuelo al modelo, decisión que siguieron en cascada las autoridades competentes del resto del mundo.
Con esto los 48 Dreamliners entregados y en servicio -uno de ellos con un sólo vuelo como el de LOT que está en Boston- llevan desde entonces sin ganar dinero para sus compañías, y Boeing, que decidió no frenar el ritmo de producción de nuevos 787, se encuentra con que no puede entregarlos y con cuantiosas reclamaciones económicas por parte de las aerolíneas que no los están pudiendo usar ni recibir.
Por ello está muy pendiente de que la FAA autorice la vuelta al servicio de los 787 una vez que se implementen en todos ellos las modificaciones propuestas por Boeing, que consisten en el rediseño de las baterías en cuestión con la esperanza de que no se vuelvan a incendiar, aunque nadie puede asegurarlo, ya que el origen de los incendios no ha podido ser determinado, y en nuevos equipos de contención y evacuación de humos por si se produjera un nuevo incendio.
Una de las baterías modificadas