Nadie se hace astronauta por casualidad
Guia de un astronauta para vivir en la Tierra: Lo que viajar al espacio me enseñó sobre el ingenio, la determinación y cómo estar preparado para todo por Chris Hadfield. Ediciones B 2014.
Chris Hadfield tenía 9 años cuando el 21 de julio de 1969 Neil Armstrong y Buzz Aldrin aterrizaban en la Luna. Ésa noche, ya en cama, reflexionando sobre lo que acababa de ver, decidió que él también quería ser astronauta.
Pero Hadfield es canadiense, y era perfectamente consciente de que la NASA en aquel momento sólo aceptaba candidaturas de ciudadanos estadounidenses y de que Canadá no tenía nada parecido a una agencia espacial.
Sin embargo decidió que mientras eso se arreglaba él haría todo lo posible para estar preparado si alguna vez la NASA aceptaba candidatos de otras nacionalidades o si Canadá creaba su agencia espacial; lo que nunca imaginó es que la tercera vez que saliera al espacio lo haría en una nave rusa… Aunque eso es adelantarme mucho a la historia.
Al empezar el curso siguiente atacó los estudios con más ganas que nunca; a los 13, teniendo en cuenta que la mayoría de los astronautas del programa Apolo eran pilotos militares o de pruebas, se apuntó a los Cadetes del Aire. Al terminar el colegio solicitó su ingreso en las fuerzas aéreas, dónde se graduó en ingeniería mecánica a la vez que aprendía a pilotar reactores.
Eso ocurrió en 1983, justo el año en el que Canadá seleccionó sus primeros seis astronautas, lo que no hizo sino darle más fuerzas para seguir adelante, aunque no sería hasta 1988 cuando se produjera el siguiente paso adelante en su carrera al ser elegido para ir a la escuela de pilotos de prueba de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en la Base Aérea Edwards –Canadá no tiene una escuela equivalente– donde se graduó como número uno de su promoción.
De ahí lo destinaron a la Estación aeronaval del Río Patuxent, donde aparte de seguir volando como piloto de pruebas sacó un máster en sistemas aeronáuticos en la Universidad de Tennessee.
Y entonces sucedió: a finales de 1991 la Agencia Espacial Canadiense publicó un anuncio en el que decía que iba a seleccionar un nuevo grupo de astronautas.
Hadfield se presentó junto con otras 5329 personas y tras un duro proceso de selección un sábado de mayo de 1992 recibió una llamada en la que le preguntaron si quería ser astronauta, algo a lo que él naturalmente respondió que sí.
Pero eso era sólo, como quien dice, el principio del camino, ya que en realidad entraba en la CSA como candidato a astronauta y aún tenía que conseguir superar todas las pruebas que le permitirían, con un poco de suerte y mucho trabajo duro, convertirse en un astronauta.
También es ahí dónde empieza en realidad este libro, que no es exactamente una autobiografía, ya que aunque está dividido en tres grandes bloques que sí van en orden cronológico dentro de cada uno de ellos Hadfield no siempre cuenta las cosas en orden cronológico.
En su lugar va contando la historia de como se hizo astronauta destacando qué habilidades considera necesarias; cómo de necesario es contar con el apoyo de los que te rodean y cómo les afecta la enorme dedicación que exige llegar a ser astronauta; cómo aprender a encajar en un ambiente en el que todo el mundo es súper competitivo y en el que a lo mejor lo importante no es que estés dispuesto a no destacar por encima de todo sino que estés dispuesto a colaborar con el resto del grupo; cómo de importante es darte cuenta de que un exceso de confianza puede matarte… Y así montones y montones de detalles, historias y anécdotas de sus casi 25 años como candidato primero y como astronauta despues.
Y todo ello relatado por una persona que, entre otras cosas, es un gran comunicador, así que es un libro más que recomendable para espaciotrastornados, aunque en realidad creo que lo puede disfrutar cualquiera.
Eso sí, no es un libro sobre la parte técnica de la vida de un astronauta, así que cuenta pocas cosas acerca del funcionamiento de las naves en las que voló o de la Estación Espacial Internacional.
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