Ilustración del sistema planetario de Trappist-1 y comparación de tamaños con la Tierra. Imagen: ESO/M. Kornmesser.
Según el Observatorio Europeo Austral (ESO), la organización de investigación astronómica formada por catorce países y dedicada a la astrofísica y a la operación de telescopios en Chile, es probable que los planetas de Trappist-1 tengan agua en abundancia.
Los investigadores creen que los siete planetas que hay alrededor de la estrella Trappist-1, localizada a 40 años luz de la Tierra, están compuestos básicamente de roca y que “potencialmente algunos pueden albergar más agua que la Tierra.”
En concreto los investigadores especulan con la posibilidad de que en algunos de los planetas hasta un 5 por ciento de su masa corresponda a agua, lo que según el caso supondría una cantidad de agua 250 veces mayor que la que acumulan los océanos de la Tierra.
“Los planetas más calientes, los más cercanos a su estrella, son propensos a tener densas atmósferas de vapor, y los más distantes probablemente tengan sus superficies heladas. En cuanto a tamaño, densidad y cantidad de radiación que reciben de su estrella el cuarto planeta sería el más parecido a la Tierra. Parece ser el planeta más rocoso de los siete y tiene posibilidades de albergar agua líquida”, explican.
Propiedades de los siete planetas de Trappist-1. Imagen: ESO/M. Kornmesser.
Sin embargo los investigadores admiten que todavía queda mucho trabajo de observación por hacer, y que medir las densidades de planetas situados fuera del sistema solar “no es fácil”.
Como es habitual en la detección de exoplanetas también los de Trappist-1 se detectaron utilizando el método de tránsitos, que consiste en detectar variaciones en el brillo de la estrella debido a que parte de la luz que emite se bloquea al paso de un planeta que lo orbita. Aunque este método permite calcular el tamaño del planeta con bastante aproximación calcular cuál es su masa es algo más complicado.
Por suerte en un sistema múltiple como el de Trappist-1 “los planetas más masivos perturban las órbitas de los planetas más ligeros”, lo que a su vez afecta a los tiempos de los tránsitos. “El equipo dirigido por Simon Grimm ha utilizado estos efectos, muy sutiles y complicados de detectar, para estimar las masas de los siete planetas basándose en un gran cuerpo de información y en un análisis y modelado de datos muy sofisticados”, explican.
El sistema Trappist-1 fue descubierto en 2016 desde el telescopio Trappist instalado en el Observatorio Europeo Austral, en Chile.
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