Sriram Mural preparó este vídeo para concienciar sobre el problema de la contaminación lumínica que afecta a casi cualquier ciudad o pueblo entre mediano y grande: la luz que emiten los edificios, vehículos, farolas y neones por la noche iluminan tanto el cielo que apenas dejan ver las estrellas. Es algo que hemos tratado por aquí más de una vez y que cada vez afecta cada vez a más lugares del mundo – aunque por suerte poco a poco se van tomando medidas para paliarlo.
La astronomía es una experiencia edificante que puede infundirnos humildad, como decía Carl Sagan. Estar bajo un cielo lleno de estrellas te hace sentir pequeño, humilde y cercano a tu entorno. Pero debido a la contaminación lumínica la mayoría de la gente no ha experimentado esa conexión en toda su plenitud (…) En el último siglo hemos alterado drásticamente nuestro entorno nocturno. La contaminación lumínica afecta nuestra salud, altera nuestros patrones de sueño (…) y puede llegar a causar enfermedades.
Es cierto que nos perdemos mucho y el vídeo permite hacerse una idea comparando los niveles de contaminación lumínica en Estados Unidos de ciudades como San Francisco o Palo Alto con algunos más pequeños como la Reserva de Monte Bello o el emblemático faro de Pigeon Point. Así hasta llegar a paraísos de la oscuridad, lugares remotos donde apenas hay nada que estropee la visión del cielo, como los parques nacionales de Utah. Los niveles de miden con un valor entre -8 (apenas se ven estrellas) y -1. Se supone que 0 serían las condiciones perfectas.
De todos modos, una advertencia: aunque el cielo nocturno estrellado es una maravilla, la «realidad real» no es tan maravillosa como la que capta la cámara fotográfica en un time-lapse. Sucede al igual que con las auroras boreales y otras fotografías de este tipo: esas imágenes están captadas en modos de alta sensibilidad o larga exposición, además de procesadas para extraer y potenciar los colores. Así que tienen «un poco de truqui». Todas esas posibilidades de procesado es algo de lo que carecen nuestros ojos –especialmente la larga exposición– de modo que por muy limpio y oscuro que esté el cielo, nunca veremos una imágenes como las del vídeo o las revistas astronómicas, aunque serán notablemente mejores que viéndolas desde una gran ciudad.
Mencionar también que existe una primera versión de este vídeo del año pasado: Lost in Light, con la misma idea pero imágenes de otros lugares.
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