En mis años mozos dediqué montones de horas a montar, detallar y pintar innumerables maquetas de aviones, así que puedo sentir el dolor de los pilotos de estos modelos de radiocontrol cuando se estrellan, aunque al mismo tiempo no puedo dejar de sentir una cierta fascinación al ver esos porrazos, que en unos segundos mandan al garete horas y horas de trabajo.
Afortunadamente sólo resultan dañados el ego del piloto y/o constructor y su(s) bolsillo(s).
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