Con datos recibidos de la sonda Voyager 1, lanzada en 1977 y actualmente viajando a 17.043 km/h por el espacio interestelar –literalmente, más allá de donde Cristo dio las tres voces– Domenico Vicinanza y Genevieve Williams, de la Universidad Anglia Ruskin han creado una de esas piezas artísticas que tanto nos gustan y que por aquí hemos comentado alguna vez [ver enlaces relacionados al final]: una especie de música de las esferas procedente del cosmos.
Hay violines, flautas y otros instrumentos cada uno de los cuales interpreta sus notas a partir de las mediciones recogidas por los instrumentos. Según cuentan recopilaron todos los datos como el recuento de protones, partículas alfa y rayos cósmicos desde que se lanzó la Voyager en 1977. Cada grupo de datos de 26 días se convirtió en una sola nota; los datos se trataron mediante un proceso llamado sonificación que añadía estos datos a los de la trayectoria de la sonda para lograr algo armonioso.
El resultado es bastante melódico, aunque como suele suceder con estas cosas es difícil saber hasta qué punto el embellecimiento artificial del asunto deja entrever algo de la ciencia que hay detrás del arte. La composición completa tiene unos tres minutos.
(Vía New Atlas.)
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