El modelo a escala de un cohete Falcon 9 construido por Tom Stanton sirve como una una explicación y demostración simplificada (con el propósito de “inspirar y entretener”) de los métodos de control y estabilización que utilizan los cohetes de SpaceX para despegar, recolocarse en el espacio y descender hacia tierra para un aterrizaje vertical.
Tras una explicación rápida de los principios aplicados, que ocupa la primera mitad del vídeo, Tom fabrica una réplica similar de esos sistemas. En su caso por cuestiones de coste y de simplificación (y de menor riesgo de sufrir quemaduras y causar explosiones) utiliza como sistema de propulsión hélices de aeromodelismo que esencialmente hacen lo mismo que los motores de cohete: proporcionar impulso produciendo una corriente de gases, de aire en su caso. En su modelo Tom utiliza las hélices y el estabilizador (un giroscopio o acelerómetro reprogramado para la ocasión) procedentes de un dron de competición.
La hélice está colocada en el interior del cuerpo para crear el chorro de aire propulsor —más o menos donde iría el combustible en el cohete de verdad— y los planos aerodinámicos que modifican él ángulo de salida del aire ocupan el lugar de las toberas orientables. La batería, el elemento más pesado, va colocada a la altura del centro de gravedad en la primera versión del cohete (que resultó ser demasiado ligera) y en la parte superior en una segunda versión del cohete algo más elaborada.
Después de numerosos intentos, pruebas de ensayo y error, reprogramación y de mucha paciencia y perseverancia llega el éxito: el cohete de Tom despega y aterriza en vertical aplicando esencialmente los mismos conceptos de estabilización y de control. Aunque según Tom,
Considerar si esto ha sido un éxito o un fracaso es algo que queda a vuestro juicio. Desde mi punto de vista me las apañé para hacer volar verticalmente un tubo de poliestireno utilizando la física de la vectorización del empuje, no muy distinta a la que se aplica en el cohete Falcon 9 de SpaceX. Definitivamente creo que se trata de un proyecto que merecerá la pena retomar si logro encontrar la manera de aumentar la fuerza de empuje sin quemar el motor eléctrico.
“Hacer volar verticalmente un tubo de poliestireno”, aunque sea brevemente, a mi me suena a frase que implica éxito.