Inspirado en los insectos, este diminuto robot comparte con las abejas, por ejemplo, la capacidad de volar y de bucear.
En el agua, la tensión superficial del líquido y una cámara de flotación permite al robot RoboBee mantener las alas fuera del agua, mientras que una pequeña cámara electrolítica produce oxidrógeno mediante la electrólisis del agua, obtenido del oxígeno del agua. La liberación de ese gas proporciona impulso al robot, que puede así romper la tensión superficial y salir volando del agua.
Según los investigadores de la universidad de Harvard que lo han desarrollado, los robots híbridos aero-acuáticos encontrarán su aplicación en estudios medioambientales y en misiones de búsqueda y rescate.
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