Estos días se puede ver en la televisión un anuncio en el que se ve como una niña se parte de risa sentada en el asiento trasero de un avión mientras su padre, a los mandos, lleva a acabo una serie de maniobras acrobáticas.
El piloto es Raphael Langumier, y su intrépida acompañante es su hija Léa, de cuatro años, que fue quien le pidió volar con él y «hacer cosas al revés». Tras la correspondiente charla, que incluyó una descripción de las maniobras a realizar, este fue el resultado.
Para mí que Léa es una Svetlana Kapanina en ciernes.
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