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El problema filosófico sobre cuán difícil es «conocer algo»

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Root Beers (CC) Mark

¿Es la creencia verdadera justificada un conocimiento? se preguntaba el filósofo Edmund Gettier hace medio siglo. ¿Sabemos cosas, conocemos cosas, es igual saber algo que conocerlo? Quizá esas cosas que simplemente sabemos no las conozcamos realmente; a lo mejor son ciertas solo por casualidad. El caso es que ni siquiera hoy en día hay un consenso respecto a este curioso problema, que lleva el nombre de Problema de Gettier.

Llegué a él a través de un artículo de Brian Gallagher titulado This Simple Philosophical Puzzle Shows How Difficult It Is to Know Something donde se plantea como un ejercicio mental (en una versión del filósofo Scott Sturgeon):

Imagina que entro sigilosamente cuando no estás en tu casa, encuentro dos cervezas en la nevera, me las bebo y luego las reemplazo por otras dos idénticas antes de salir. Cuando llegas recuerdas haber comprado las cervezas y crees que hay dos botellas esperándote en la nevera. De hecho, si abres la puerta y lo compruebas tu creencia, que estaba justificada, resulta ser verdadera, pero no conoces realmente lo que ha pasado.

En el fondo el protagonista de la historia tiene razón y cree algo que es cierto («compré dos cervezas que están esperándome en la nevera»). Pero todo ha dependido de que quieran entrara en la casa decidiera reemplazar las botellas por otras idénticas; bien podría no haberlo hecho.

Lo mismo sucede en otro ejemplo: paseando por el campo crees ver una oveja en lo alto de una montaña. Pero resulta que era un perro disfrazado de oveja por el pastor, aunque casualmente tras una valla sí que había una oveja. Así que la creencia de que «había una oveja en lo alto de la montaña» estaba justificada y es cierta.

Un detalle relevante es que en casi todos los ejemplos y contraejemplos entra en juego el factor azar –en mayor o menor medida– que es algo que también se da en el MundoReal™. De modo que una posibilidad sería considerar conocimiento algo dependiendo del tipo de azar que lo envuelve o de cuánto puede influye en ello el azar. Pero eso supondría valorar «cuánta suerte es tener demasiada suerte» o clasificar los distintos tipos de suerte, algo quizá más complicado.

Incluso si se intenta evitar el azar por completo el asunto se convierte en una búsqueda de la falibilidad (a lo Descartes) y en la práctica nadie basa sus creencias sólo en justificaciones de ese tipo – somos mucho más pragmáticos. Por eso se dice que es tan difícil «conocer algo» e incluso otras aproximaciones al problema como el hecho de depende únicamente de uno mismo (y no de la suerte) para conocer algo (y no simplemente «saberlo») puede que sean mejores.

{Foto: Root Beers (CC) Mark @ Flickr}

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