Es lo que tiene fabricar coches autónomos: cuando el vehículo llega al final de la cadena de producción y está totalmente montado y se le insufla vida el coche se marcha por sí mismo de la fábrica y se dirige sin conductor hasta el aparcamiento —a kilómetro y medio— donde se aparca y queda a la espera de que lo carguen para llevarlo al concesionario. El siguiente logro a desbloquear es que el coche conduzca por sí mismo hasta la casa del cliente.
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