Los interiores de las naves espaciales son también arquitectura, [ya que] la arquitectura es la organización de espacio y proyectar interiores es el objetivo de la arquitectura. Así que nunca he sentido que dejara mi carrera
Nacida en 1931, Galina Balashova quiso ser arquitecta desde muy pequeña. Empezó su carrera en 1955 en Kúibyshev, ahora Samara, que en aquella época era el centro de la industria aeropespacial del país. Su trabajo allí incluía cosas como revisar las viviendas y asegurarse de que se eliminaban los decadentes elementos ornamentales que muchas de ellas tenían.
Pero en la OKB-1, la Oficina OKB Especial Número 1 del Instituto de Investigación y Desarrollo Número 88, en la que Sergei Korolev estaba poniendo en marcha el programa espacial soviético.
Su trabajo allí al principio era variopinto e hizo cosas como diseñar el Palacio de la Cultura en Moscú, el seguimiento de distintos planes de desarrollo urbanos, la creación de zonas verdes, el diseño e instalación de monumentos.
Pero Korolev pronto se fijó en su trabajo y la trasladó al departamento encargado de diseñar y construir las naves espaciales porque no le gustaba el trabajo que hacían los ingenieros al respecto.
Así que en los siguientes 30 años Balashova se encargó de distribuir los espacios para que fueran más humanos, escoger los colores con el mismo objetivo –los suelos oscuros y las paredes y techos más claros para ayudar a los cosmonautas a orientarse, por ejemplo–, ver cómo y dónde se colocaban los rótulos externos…
Y no sólo se encargaba del diseño de las naves: suyos eran también los murales que decoraban el interior del módulo habitable de las cápsulas Soyuz y el logo de la misión Apolo-Soyuz.
Un trabajo casi olvidado pero que recoge el libro Galina Balashova: Architect of the Soviet Space Programme.
(Motherboard vía ESA Space History).