En 2008 Fisker Automotive presentó el Fisker Karma, uno de los primeros coches eléctricos. Se trataba de un híbrido enchufable de precio desorbitado (unos 100.000 dólares) que, aunque se fabricaba en Finlandia, se comercializaba desde EE UU. El Karma tenía dos motores eléctricos que entregaban juntos unos 326 CV de potencia y un motor de combustión que producía electricidad para cargar la batería cuando era necesario. La batería también se podía recargar enchufando el vehículo. Comenzó a comercializarse en 2011.
La breve historia de Fisker Automotive no ha estado exenta de sobresaltos, desde problemas económicos a acusaciones de robo de tecnologías por parte de Tesla. En 2009 Tesla perdió la demanda y Fisker haciendo su vida, hasta que en 2013 llegó la bancarrota. En 2014 la compañía china Wanxiang se hizo con Fisker Automotive.
Esta semana Henrik Fisker ha descrito el nuevo modelo de la marca, el Fisker EMotion, como el vehículo eléctrico más avanzado: autónomo, conectado, con un autonomía de 640 km y un tiempo de carga de 9 minutos empleando “baterías flexibles de estado sólido” que en lugar de usar las habituales baterías de iones de litio emplean condensadores híbridos de grafeno, al parecer basándose en el desarrollo de investigadores de la UCLA.